Día 22
Oración al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
- Envía Tu Espíritu y serán creadas todas las cosas.
- Y renovarás la faz de la tierra. OREMOS:
¡Oh Dios, que has instruido los corazones de Tus fieles con luz del Espíritu Santo!,
concédenos que tengamos juicio correcto con el mismo Espíritu
y gocemos siempre de Su divino consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
O Espíritu Santo, dulce invitado de mi alma, acata en mí y otorga que puedo siempre acatar en usted.
Una cosa que sabemos sobre las semillas es que necesitan morir para dar fruto. Nuestro Señor nos dice, “Yo les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante” (Jn 12:24). San Luis de Montfort afirma que “necesitamos María para morir a nosotros mismos”.8 Por nuestra propia naturaleza somos débiles, inconstantes y propensos a la vanidad y el orgullo. Nuestros corazones son duros. Aún así, Nuestra Santísima Madre es constante, inquebrantable, humilde, pura y llena de amor. A través de Nuestra Señora y su Esposo, el Espíritu Santo, podemos ver, hasta el alcance posible, nuestra pequeñez y nuestra dependencia de Dios. Porque cuando vemos cuan pequeños somos y miramos a Nuestro Señor para proporcionar todo lo que nos falta, esto libera un torrente de gracia que ayuda a santificarnos.
Verdaderamente, con la ayuda de Nuestra Señora, si podemos voltear nuestro enfoque de nosotros y dirigirlo totalmente hacia Dios, entonces Dios puede dar fruto a través de nosotros. Santa Teresita, la Pequeña Flor, por su “pequeña vía” provee un ejemplo bonito de morir a sí mismo cada día. Ella encontraría pequeños sacrificios durante el día para dar a Nuestro Señor. Si había una persona que Teresita prefiriera evitar, ella le ofrecía una gran sonrisa o le ayudaba. Empezó con pequeñas cosas como doblar los mantos que las hermanas dejaban detrás y proporcionándoles pequeños servicios. La Pequeña Flor tomó todas estas oportunidades para escoger el amor incluso cuando era contrario a su inclinación natural.
Así ella siguió rechazando su voluntad y, en vez de eso, acceptó la voluntad de Dios, muriendo, de esa manera, a sí misma.
Meta: Necesitamos a María para ayudarnos a morir a nosotros mismos.
CREDO . . .
PADRE NUESTRO . . .
10 AVE MARÍAS . . .
GLORIA . . .