Consagración de Niños

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Día 31

Oración al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

  1. Envía Tu Espíritu y serán creadas todas las cosas.
  2. Y renovarás la faz de la tierra. OREMOS:

¡Oh Dios, que has instruido los corazones de Tus fieles con luz del Espíritu Santo!,

concédenos que tengamos juicio correcto con el mismo Espíritu

y gocemos siempre de Su divino consuelo.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

O Espíritu Santo, dulce invitado de mi alma, acata en mí y otorga que puedo siempre acatar en usted.

Por tanto, si establecemos la sólida devoción a la Santísima Virgen es solo para establecer más perfectamente la de Jesucristo y ofrecer un medio fácil y seguro para encontrar al Señor. 

— San Luis María Grignion de Montfort

Nuestra Señora en su humildad no quiere atención para ella misma. Aunque fue coronada Reina del Cielo y de la Tierra, no perdió nada de su simplicidad. Ella se mantiene pequeña. Ha seguido las palabras de San Juan Bautista: “Es necesario que él crezca y que yo disminuya” (Jn 3:30). Como vimos con la pequeña Margarita, Madre no quería que Padre prodigara atención a ella cuando se presenta la cosecha. Nosotros no escuchamos de la Madre después de que llega el Padre. Es para la pequeña Margarita recibir las alabanzas de su Padre y participar del banquete preparado de su cosecha.

Entonces no hay preocupación que dar todo que tenemos a María de alguna forma arrebatará la gloria que deseamos ofrecer a Dios o recibir cuando estemos de pie ante el Padre Celestial. Porque como Dios ha dicho, “…yo honro a los que me honran…” (1 Sam 2:30). Verdaderamente, glorifica a Dios cuando nos preparamos nosotros y nuestra cosecha bajo la dirección de Nuestra Santísima Madre. Era María quien dijo, “Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador…” (Lc 1:47).

En la portada de este libro, vemos a María presentán- donos al Niño Jesús. Dentro de los Evangelios, Nuestro Señor nos tranquiliza con sus palabras: “No tengan mie- do” (Jn 6:20; cf. Mt 10:26, cf. Jn 14:27). Verdaderamente, Dios quiere que nunca temamos acercarnos a Él. A través de la madre de Nuestro Señor, nosotros conocemos a Jesús primero como un niño en sus brazos. Nosotros so- mos llamados a acercarnos. Nuestro Señor primero vino a nosotros en la tierra, pequeño como un niño. Él vino en un establo a través de principios humildes. Pastores simples vinieron a pagarle homenaje antes de que reyes se arro- dillaron para hacer lo mismo. Todo esto, parece, es para permitirnos sentir, como niños pequeños, que somos per- mitidos a acercarnos. A través de María nosotros estamos llevados a la cuna de Jesús donde podemos honrarlo.

Meta: Devoción a Nuestra Señora conduce a glorificar a Jesús.

ORA EL ROSARIO